Off-topic matemático total
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Pues con esas pistas yo diría que la ciudad es Cambridge (o por ahí cerca), los dos tíos son G. H. Hardy y Srnivasa Ramanujan y el número es 1729.
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@alrom:2ytfu1dt:
@fac133:2ytfu1dt:
el numero es 1,61.
se le conoce por el numero aureo o "la proporcion divina". numero usado por artistas hasta la saciedad y un numero lleno de curiosidades.
http://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAmero_%C3%A1ureo
la ciudad ni idea....
Y qué tiene que ver el número aureo con los taxis?
el taxi es amarillo, amarillo dorado, dorado color del oro, numero aureo… si no es eso no veo otra relacion.
ademas, el numero aureo da mucho de si. si quieres escribir una novela sobre el numero 4 (de las 4 ruedas) no vreo que de para mucho. el numero aureo ademas de las proporciones que puedes encontrar a lo largo de la historia te relaciona con Fibonacci y otras cosas curiosidades donde el tema puede dar para mucho.
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@hiperion:3todwu5u:
Pues con esas pistas yo diría que la ciudad es Cambridge (o por ahí cerca), los dos tíos son G. H. Hardy y Srnivasa Ramanujan y el número es 1729.
¡BINGO!, hiperion.
Luego (si todavía hace falta) me explico mejor, que ahora no tengo tiempo.
Y ya que las prisas me lo ponen a huevo, vamos con una facilita del inglés, que es lo mío:
See you later, alligator(s).
(A lo que vosotros -en caso de no mandarme a tomar por culo- deberíais contestar… ???)
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@Thurman:x6n99w58:
@hiperion:x6n99w58:
Pues con esas pistas yo diría que la ciudad es Cambridge (o por ahí cerca), los dos tíos son G. H. Hardy y Srnivasa Ramanujan y el número es 1729.
¡BINGO!, hiperion.
Luego (si todavía hace falta) me explico mejor, que ahora no tengo tiempo.
Y ya que las prisas me lo ponen a huevo, vamos con una facilita del inglés, que es lo mío:
See you later, alligator(s).
(A lo que vosotros -en caso de no mandarme a tomar por culo- deberíais contestar… ???)
In a while, crocodile…
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@hiperion:excpsa1x:
Pues con esas pistas yo diría que la ciudad es Cambridge (o por ahí cerca), los dos tíos son G. H. Hardy y Srnivasa Ramanujan y el número es 1729.
no sabia yo esa… de potencias sabia el ultimo teorema de Fermat y las calculadoras pero no esta curiosodad ni la paradoja de los numeros interesantes.
lo del 1729 demustra lo aburrida que estaba la gente. el unico modo que tenian de saberlo era el metodo ensayo-error. o acaso hay algun metodo para descomponer un numero es suma de potencias¿?
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@hiperion:1zbkmyf1:
Pues con esas pistas yo diría que la ciudad es Cambridge (o por ahí cerca), los dos tíos son G. H. Hardy y Srnivasa Ramanujan y el número es 1729.
Hostia Ramanujan, uno de los genios del s.XX, su historia es impresionante. De hecho creo que van a hacer una peli sobre su vida…
Vaya, de hecho van a rodar DOS pelis sobre Ramanujan: http://sify.com/news/othernews/fullstor ... d=14173864
Por cierto sus matemáticas me sobrepasan de mucho
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Curioso que justo tu mensaje sobre Ramanujan haga tu número 1000, ¿no, alrom? Enhorabuena, ya eres milmensajista.
Bueno, pues eso, que (como ya os habréis dado cuenta) la foto era una pista sobre "Cam - bridge", y el dibujo otra sobre los números taxicab que surgieron de la siguiente anécdota:
http://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAmer ... -Ramanujan
La segunda peli de la que se habla en tu enlace, alrom, con guión de Stephen Fry, está basada precisamente en la novela que tengo que traducir:
No os la compréis en inglés, por fa, que entonces no cobro ni la mierda de derechos que me corresponden si llega a venderse mucho…
P.D.: Por cierto, poppie, perfect english. Ni siquiera te has equivocado con la r de crocodile.
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@Thurman:3fsmasn1:
Curioso que justo tu mensaje sobre Ramanujan haga tu número 1000, ¿no, alrom? Enhorabuena, ya eres milmensajista.
Bueno, pues eso, que (como ya os habréis dado cuenta) la foto era una pista sobre "Cam - bridge", y el dibujo otra sobre los números taxicab que surgieron de la siguiente anécdota:
http://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%BAmer ... -Ramanujan
La segunda peli de la que se habla en tu enlace, alrom, con guión de Stephen Fry, está basada precisamente en la novela que tengo que traducir:
No os la compréis en inglés, por fa, que entonces no cobro ni la mierda de derechos que me corresponden si llega a venderse mucho…
P.D.: Por cierto, poppie, perfect english. Ni siquiera te has equivocado con la r de crocodile.
últimamente me compro los libros en inglés, que así practico un poco, aunque la verdad cada vez menos novela... Thurman, no sabía que fueses traductor, mucho mérito tiene lo tuyo, siempre he creído que un traductor hace un trabajo de un orden de magnitud semejante al del escritor.
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@Thurman:21jxyahm:
P.D.: Por cierto, poppie, perfect english. Ni siquiera te has equivocado con la r de crocodile.
Es lo que tiene ser profe de secundaria y tener que hacer dictados sin parar a los de 1º y 2º de ESO para ver si aprenden algo.
la R de crocodile es casi tan jodida como la de fragrance
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@Thurman:2h06myiz:
Ahora mismo, entre los libros de divulgación que he leído con gusto recuerdo "El tao de la física" de Fritjof Capra (uno de los físicos que dio el pistoletazo de salida a la interrelación entre la ciencia occidental y las filosofías orientales), y otro libro suyo, "Sabiduría insólita: conversaciones con personajes notables". También en editorial Kairós, y de varios autores, "Cuestiones cuánticas" y "El paradigma holográfico". Estos dos últimos recogen artículos de físicos y científicos famosos.
Aún recuerdo cuando terminé de leer ese libro. Nunca se me dio bien la fisica y me lo recomendaron tanto que al final cai. El tetris que se montó en mi cabeza fue espectacular. Recomiendo La trama de la vida, tambien de Fritjof Capra que es otro de esos libros que te dejan marcado. De hecho creo que voy a rescatarlos que me habeis puesto los dientes largos.
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@koan:1oyhji52:
@Thurman:1oyhji52:
Ahora mismo, entre los libros de divulgación que he leído con gusto recuerdo "El tao de la física" de Fritjof Capra (uno de los físicos que dio el pistoletazo de salida a la interrelación entre la ciencia occidental y las filosofías orientales), y otro libro suyo, "Sabiduría insólita: conversaciones con personajes notables". También en editorial Kairós, y de varios autores, "Cuestiones cuánticas" y "El paradigma holográfico". Estos dos últimos recogen artículos de físicos y científicos famosos.
Aún recuerdo cuando terminé de leer ese libro. Nunca se me dio bien la fisica y me lo recomendaron tanto que al final cai. El tetris que se montó en mi cabeza fue espectacular. Recomiendo La trama de la vida, tambien de Fritjof Capra que es otro de esos libros que te dejan marcado. De hecho creo que voy a rescatarlos que me habeis puesto los dientes largos.
Cuidado con esas cosas, estáis al límite de caer en la Quantum Quackery. De aquí a ver en el cine chorradas como What the bleep do we know (traducida en españa como Y tu qué sabes?) hay un paso.
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Tengo que decir que, desoyendo el clamor de algunos foreros ilustres, yo he visto What the bleep do we know. Desde la ignorancia de la mecánica cuántica (y si mi deteriorada memoria no me engaña) la película tiene algunos momentos aceptables; eso sí, a la que se mete en misticismos baratos en seguida se nota que te están vendiendo la moto. Un poco me recuerda al célebre comentario de Arthur C. Clarke, "cualquier tecnología lo bastante avanzada es indistinguible de la magia", aplicado a las teorías científicas más avanzadas: llega un momento en el que, bajo una apariencia (falsamente) científica, te pueden colar las mayores sandeces imaginables.
Por otra parte, Ramanujan es uno de mis ídolos. Me gustaría saber algo sobre Teoría de los Números para poder entender mejor la genialidad de este hombre. Y la anécdota del 1729 es grande (no había caído en que era el número del taxi, y eso que conocía la historia). Thurman, ya tardas en acabar de traducir la novela esta
Mira, aprovechando el tema, ¿alguien me puede recomendar algún buen libro que sirva de introducción a la Teoría de los Números? No me refiero a divulgación general, sino a algún librote de texto de esos que dan miedo. Gracias.
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@wolfcatala:374rapa9:
Cuidado con esas cosas, estáis al límite de caer en la Quantum Quackery. De aquí a ver en el cine chorradas como What the bleep do we know (traducida en españa como Y tu qué sabes?) hay un paso.
La quite al cabo de unos minutos de visionarla: lo que el agua cristaliza más bellamente cuando le dices Te quiero que cuando le dices So puta me pareció insultante, siendo además cuestión de muchos otros parámetros (y de la resolución que el hombre ponía a las imágenes). Ya no entraré en la religión-cuántica que rezuma el film.
La cuántica tiene algo de mágica, parece imposible… aunque cuando Heinsenberg pronunció su principio de incertidumbre se refería al momento y la posición de una partícula, supongo que no esperaba que su teoría fuera soltada como quien no quiere la cosa en Jurasic Park, en un mundo donde Newton todavía vale… Todo esto me recuerda a una amiga mía, doctoranda de Humanidades, que se encontró en un libro sobre lengua/historia (creo recordar) con la Termodinámica Estadística...
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@gRR!!:3kvtfr52:
Mira, aprovechando el tema, ¿alguien me puede recomendar algún buen libro que sirva de introducción a la Teoría de los Números? No me refiero a divulgación general, sino a algún librote de texto de esos que dan miedo. Gracias.
En el plan de estudios de la FME de la UPC, ponían estos como referencia básica el curso pasado:
Borevitch, Z.I.; Chafarevitch, I.R.: Number Theory..Academic Press, 1993.
• Cox, D.A.: Primes of the form x2+ny2..Wiley, 1989.
• Ireland, K.; Rosen, M.: A classical introduction to modern number theory.2a
ed..Springer-Verlag, 1990.
• Serre, J.P.: Cours d'arithmétique..Presses universitaires de France, 1970.
• Gauss, C.F.: Disquisitiones Arithmeticae (trad. català)..Soc. Cat. Matemàtiques,
1996.Por mi parte, ni idea, hice la carrera acercándome lo menos posible a la asignatura de Teoría de números (optativa e indudablemente una de las más duras de la carrera). O te acercas a la biblioteca de alguna facultad de Mates (en la de la UPC hay libros de Go, no es Magic, pero bueno…) o pones "Number theory" en el emule.
Por cierto, te puedes licenciar sin saber nada acerca de 1729. Yo sólo lo conocía por la anécdota entre Hardy y Ramanujan, que la leí en el Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle, libro que si no se ha citado antes por aquí, lo recomiendo. Eso sí, ya no me miro los taxis como antes.
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@hiperion:4qesi6q3:
@gRR!!:4qesi6q3:
Mira, aprovechando el tema, ¿alguien me puede recomendar algún buen libro que sirva de introducción a la Teoría de los Números? No me refiero a divulgación general, sino a algún librote de texto de esos que dan miedo. Gracias.
En el plan de estudios de la FME de la UPC, ponían estos como referencia básica el curso pasado:
Borevitch, Z.I.; Chafarevitch, I.R.: Number Theory..Academic Press, 1993.
• Cox, D.A.: Primes of the form x2+ny2..Wiley, 1989.
• Ireland, K.; Rosen, M.: A classical introduction to modern number theory.2a
ed..Springer-Verlag, 1990.
• Serre, J.P.: Cours d'arithmétique..Presses universitaires de France, 1970.
• Gauss, C.F.: Disquisitiones Arithmeticae (trad. català)..Soc. Cat. Matemàtiques,
1996.Por mi parte, ni idea, hice la carrera acercándome lo menos posible a la asignatura de Teoría de números (optativa e indudablemente una de las más duras de la carrera). O te acercas a la biblioteca de alguna facultad de Mates (en la de la UPC hay libros de Go, no es Magic, pero bueno…) o pones "Number theory" en el emule.
Por cierto, te puedes licenciar sin saber nada acerca de 1729. Yo sólo lo conocía por la anécdota entre Hardy y Ramanujan, que la leí en el Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle, libro que si no se ha citado antes por aquí, lo recomiendo. Eso sí, ya no me miro los taxis como antes.Gracias per las referencias, Hiperion. Gödel, Escher, Bach es un pedazo de libro, en efecto, y no sólo por su (monumental) extensión. Muy muy recomendable, en efecto; consigue explicar el Teorema de Gödel de forma muy amena y comprensible…
Hablando de números de taxis, yo tengo la obsesión compulsiva de comprobar si las matrículas de los coches en particular (y cualquier número en general) son divisibles por 9. No soy precisamente Ramanujan, pero menos es nada
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Otro de los mitos de las matemáticas, Evariste Galois, ¿conocéis su historia? es uno de esos casos en los que la realidad supera a la ficción. La imagen de Galois escribiendo frenéticamente su legado matemático la noche antes de morir en un duelo a pistola es casi increíble.
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"No tengo tiempo, no tengo tiempo". Y con 20 años que se nos fue el zagal. Si es que no somos nadie.
Esta anécdota de Galois yo la he leído en "En enigma de Fermat", otro librillo bastante recomendable que explica la historla del Último Teorema, desde que Descartes lo escribió en el margen de la Aritmética de Diofanto hasta su resolución a manos de Andrew Wiles (seguramente el matemático con más pinta de nerd de la historia de la humanidad):
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@wolfcatala:1aoffu2h:
@koan:1aoffu2h:
@Thurman:1aoffu2h:
Ahora mismo, entre los libros de divulgación que he leído con gusto recuerdo "El tao de la física" de Fritjof Capra (uno de los físicos que dio el pistoletazo de salida a la interrelación entre la ciencia occidental y las filosofías orientales), y otro libro suyo, "Sabiduría insólita: conversaciones con personajes notables". También en editorial Kairós, y de varios autores, "Cuestiones cuánticas" y "El paradigma holográfico". Estos dos últimos recogen artículos de físicos y científicos famosos.
Aún recuerdo cuando terminé de leer ese libro. Nunca se me dio bien la fisica y me lo recomendaron tanto que al final cai. El tetris que se montó en mi cabeza fue espectacular. Recomiendo La trama de la vida, tambien de Fritjof Capra que es otro de esos libros que te dejan marcado. De hecho creo que voy a rescatarlos que me habeis puesto los dientes largos.
Cuidado con esas cosas, estáis al límite de caer en la Quantum Quackery. De aquí a ver en el cine chorradas como What the bleep do we know (traducida en españa como Y tu qué sabes?) hay un paso.
En "El paradigma holográfico", por ejemplo, se exponen visiones enfrentadas: Capra defiende la convergencia entre ciencia y mística, y sin embargo Wilber la niega (como he recordado al leer la contraportada). Así que este tipo de libros no siempre son tan parciales; a veces se limitan a reflejar un debate. Supongo que simplifican porque quieren llegar al gran público. Pero de ahí a presentar una serie de argumentos como dogmas de fe hay un abismo.
Además, los pobres mortales ya estamos lo suficientemente espabilados (aunque no especializados) como para saber cuándo intentan vendernos la burra vieja. Se nota mucho cuando cojea de alguna pata o tiene pocos dientes.
De la peli chorra, ni zorra…
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Ahí os dejo un extracto de la novela sobre Hardy y Ramanujan a los interesados en el tema que sepáis inglés, a modo de improvisado suplemento dominical del foro.
No valen pre-críticas negativas. (Bastante tengo con las 500 páginas que me quedan por delante.) Sólo se admiten elogios al texto original y ánimos al sufrido traductor.
Y si os parece que lo de "sufrido" no está justificado, probad a transcribir en un castellano mínimamente decente lo que entendáis en inglés y ya me contaréis.
(De todos modos, supongo que empezaré a dar el coñazo con las dudas propiamente matemáticas como dentro de un mes...)THE INDIAN CLERK - AN EXCERPT
(We gratefully acknowledge David Leavitt and Bloomsbury for the permission to run the following excerpt from The Indian Clerk.)The letter arrives the last Tuesday in January 1913. At thirty-five, Hardy is a man of habit. Every morning he eats his breakfast, then takes a walk through the Trinity grounds—a solitary walk, during which he kicks at the gravel on the paths as he tries to untangle the details of the proof he's working on. If the weather is fine, he thinks to himself, Dear God, please let it rain, because I don't really want sun pouring through my windows today; I want gloom and shadows so that I can work by lamplight. If the weather is bad, he thinks, Dear God, please don't bring back the sun as it will interfere with my ability to work, which requires gloom and shadow and lamplight.
The weather is fine. After half an hour, he goes back to his rooms, which are good ones, befitting his eminence. Built over one of the archways that lead into New Court, they have mullioned windows through which he can watch the undergraduates passing beneath him on their way to the backs. As always, his gyp has left his letters stacked on the little rosewood table by the front door. Not much of interest today, or so it appears: some bills, a note from his sister, Gertrude, a postcard from his collaborator, Littlewood, with whom he shares the odd habit of communicating almost exclusively by postcard, even though Littlewood lives just on the next court. And then—conspicuous amid this stack of discreet, even tedious correspondence, lumbering and outsize and none too clean, like an immigrant just stepped off the boat after a very long third-class journey—there is the letter. The envelope is brown, and covered with an array of unfamiliar stamps. At first he wonders if it has been misdelivered, but the name written across the front in a precise hand, the sort of hand that would please a schoolmistress, that would please his sister, is his own: G. H. Hardy, Trinity College, Cambridge.
Because he is a few minutes ahead of schedule—he has already read the newspapers at breakfast, checked the Australian cricket scores, shaken his fist at an article glorifying the advent of the automobile—Hardy sits down, opens the envelope, and removes the sheaf of papers that it contains. From some niche in which she has been hiding, Hermione, his white cat, emerges to settle on his lap. He strokes her neck, and she digs her claws into his legs.
"Dear Sir," he reads.
I beg to introduce myself to you as a clerk in the Accounts Department of the Port Trust Office at Madras on a salary of only £20 per annum. I am now about 23 years of age. I have had no University education but I have undergone the ordinary school course. After leaving school I have been employing the spare time at my disposal to work at Mathematics. I have not trodden the conventional regular course which is followed in a University course, but I am striking out a new path for myself. I have made a special investigation of divergent series in general and the results I get are termed by the local mathematicians as "startling."
He skips to the end of the letter—"S. Ramanujan" is the author's name—then goes back and reads the rest. "Startling," he decides, does not begin to describe the claims the youth has made. For instance, he writes: "Very recently I came across a tract by you styled Orders of Infinity in page 36 of which I find a statement that no definite expression has been as yet found for the number of prime numbers less than any given number. I have found an expression which very nearly approximates to the real result, the error being negligible." Well, if that's the case, it means that the boy has done what none of the great mathematicians of the past sixty years has managed to do. It means that he's improved on the prime number theorem. Which would be startling.
I would request you to go through the enclosed papers. Being poor, if you are convinced that there is anything of value I would like to have my theorems published. I have not given the actual investigations nor the expressions that I get but I have indicated the lines on which I proceed. Being inexperienced I would very highly value any advice you give me. Requesting to be excused for the trouble I give you.
The trouble I give you! Hardy shifts Hermione, much to her annoyance, off his lap, then gets up and moves to his windows. Beneath him, two gowned undergraduates stroll arm in arm toward the archway. Watching them, he thinks of asymptotes, values converging as they near a sum they will never reach: a half foot closer, then a quarter foot, then an eighth… One moment he can almost reach out and touch them, the next—whoosh—they're gone, sucked up by infinity. Now there's a divergent series for you. The envelope from India has left a curious smell on his fingers, of soot and what he thinks might be curry. The paper is cheap. In two places the ink has run.
This is not the first time that Hardy had received letters from strangers. For all its remoteness from the ordinary world, pure mathematics holds a mysterious attraction for cranks of all stripes. Some of the men who have written to Hardy are genuine lunatics, claiming to have in their hands formulae pointing to the location of the lost continent of Atlantis, or to have discovered cryptograms in the plays of Shakespeare indicating a Jewish conspiracy to defraud England. Most, though, are merely amateurs whom mathematics has fooled into believing that they have found solutions to the most famous unsolved problems. I have completed the long-sought proof to Goldbach's Conjecture—Goldbach's Conjecture, stating simply that any even number greater than two could be expressed as the sum of two primes. Needless to say I am loath to send my actual proof, lest it fall into the hands of one who might publish it as his own…Experience suggests that this Ramanujan falls into the latter category. Being poor—as if mathematics has ever made anyone rich! I have not given the actual investigations nor the expressions that I get—as if all the dons of Cambridge are waiting with baited breath to receive them!
Nine dense pages of mathematics accompany the letter. Sitting down again, Hardy looks them over. At first glance, the complex array of numbers, letters, and symbols suggests a passing familiarity with, if not a fluency in, the language of his discipline. Yet how strangely the Indian uses that language! What he is reading, Hardy thinks, is the equivalent of English spoken by a foreigner who has taught the tongue to himself.
He looks at the clock. Quarter past nine. He's fifteen minutes off schedule. So he puts the letter aside, answers another letter (this one from his friend Bohr in Copenhagen), reads the latest issue of Cricket, completes all the puzzles on the "Perplexities" page of the Strand (this takes him—he times it—four minutes), works on the draft of a paper he is writing with Littlewood, and at one precisely puts on his blue gown and walks over to Hall for lunch. God, as he hoped, has disregarded his prayer. The sun is glorious today, warming his face even as he must shove his hands into his pockets. (How he loves cold, bright days!) Then he steps inside Hall, and its gloom muffles the sun so thoroughly his eyes don't have time to adjust. Mounted on a platform above the roar of two-hundred undergraduates, watched over by portraits of Byron and Newton and other illustrious old Trinitarians, twenty or so dons sit at the high table, muttering to one another. A smell of soured wine and old meat hovers. There is an empty seat to Bertrand Russell's left, and Hardy takes it, Russell nodding at him in greeting. Then a prayer is read in Latin; benches scrape, waiters pour wine, the undergraduates begin to eat lustily. Littlewood, across the table from him and five places to the left, has become caught up in conversation with Jackson, an elderly classics don—a pity, as Hardy wants to talk with him about the letter. But perhaps it's just as well. Given some time to think, he might realize it's all nonsense, and spare himself coming off as an idiot.
Although the Trinity menu is written in French, the food is decidedly English: poached turbot, followed by a cutlet, turnips and cauliflower, and some sort of sponge cake in a glutinous sauce. Hardy eats little of it. He has very strong opinions about food, of which the strongest is a detestation of roast mutton that dates back to his days at Winchester, when it seemed that there was never anything else on the menu. And turbot, in his opinion, is the roast mutton of the fish world.
Russell seems to have no problem with the turbot. Although they are good friends, they don't much like each other—a condition of friendship Hardy finds to be much more usual than is usually supposed. For the first few years that he knew him, Russell wore a bushy mustache that, as Littlewood noted, lent to his face a deceptively dim and mild expression. Then he shaved it off, and his face, as it were, caught up with his personality. Now thick brows, darker than the hair on his head, shade eyes that are at once intensely focused and remote. The mouth is sharp and slightly dangerous looking, as if it might bite. Women adore him—in addition to a wife he has a clutch of mistresses—which surprises Hardy, as another of Russell's distinctive features is acute halitosis. The breadth of his intellect and its vigor—his determination not merely to be the greatest logician of his time, but to diagnose human nature, to write philosophy, to enter into politics—impresses and also irritates Hardy, for the voraciousness of such a mind can sometimes look like capriciousness. For instance, in addition to the third volume of his mammoth Principia Mathematica, he has just published a monograph entitled The Problems of Philosophy. And yet tonight it is neither the principles of mathematics nor the problems of philosophy of which he is speaking. Instead he is amusing himself (and not amusing Hardy) by laying out—complete with diagrams sketched on a pad—his translation into logical symbolism of the Deceased Wife's Sister Act, which legalizes the marriage of a widower to his wife's sister; Hardy all the while keeping his face averted so as not to have to take in Russell's acrid breath. When Russell finishes (at last!), Hardy changes the subject to cricket: off-spinners and short legs, hooking mechanisms, the injudicious strategies that, in his opinion, cost Oxford its last game against Cambridge. Russell, as bored by cricket as Hardy is by the Deceased Wife's Sister Act, helps himself to another cutlet. He asks if there are any new players for the university whom Hardy admires, and Hardy mentions an Indian, Chatterjee of Corpus Christi. The summer before, Hardy watched him play in the freshman's match and thought him very good. (Also very handsome—though he does not say this.) Russell eats his gateau avec crème anglaise. It is a considerable relief when at long last the proctor utters the final grace, freeing Hardy to escape logical symbolism and walk over to Grange Road for his daily game of indoor tennis. As it happens, his partner this afternoon is a geneticist called Punnett, with whom he also sometimes plays cricket. And what does Punnett think of Chatterjee? he asks. "Perfectly fine," Punnett says. "They take their cricket seriously over there, you know. When I was in Calcutta, I spent hours on the maidan. We'd watch the young men play and eat the strangest stuff—a sort of puffed rice with a sticky sauce poured over it."
Recollections of Calcutta distract Punnett, and Hardy beats him easily. They shake hands, and he returns to his rooms, wondering whether it's Chatterjee's playing or his handsomeness—a very European handsomeness that the contrasting dark skin only renders all the more unexpected—that has really drawn his attention. Meanwhile Hermione is yowling. The bedder has forgotten to feed her. He mixes tinned sardines, cold boiled rice, and milk in her dish, while she rubs her cheek against his leg. Glancing at the little rosewood table, he sees that the gyp has delivered another postcard from Littlewood, which he ignores as he did the last, not because he doesn't care to read it, but because one of the tenets that governs their partnership is that neither should ever feel obliged to postpone more pressing matters in order to answer the other's correspondence. By adhering to this rule, and others like it, they have established one of the only successful collaborations in the history of their solitary discipline, leading Bohr to quip, "Today, England can boast three great mathematicians: Hardy, Littlewood, and Hardy-Littlewood."
As for the letter, it sits where he had left it, on the table next to his battered rattan reading chair. Hardy picks it up. Is he wasting his time? Better, perhaps, just to toss it in the fire. No doubt others have done so. His is probably just one name on a list, possibly alphabetical, of famous British mathematicians to whom the Indian has sent the letter, one after the other. And if the others tossed the letter in the fire, why shouldn't he? He's a busy man. G. H. Hardy hardly (Hardy hardly) has time to examine the jottings of an obscure Indian clerk…as he finds himself doing now, rather against his will. Or so it feels.
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Puesto que el foro no va muy bien y me ha repetido el extracto anterior, aprovecho para colgar este cuadro de Varo que precisamente se titula Ciencia inútil o el alquimista. Sirva de ejemplo de la ciencia como fuente de inspiración de otras artes.