Piel de gallina



  • Tu y yo nos tenemos que encontrar para tomar una cerveza.



  • Si tio, coincidimos en bastantes cosas, aunque a mi el experimentalnoiseindustrialgotico no me vaya tanto como a ti…llamame clasico



  • Two Wrongs won't make things right
    TARNATION

    Quizás estés en un coche. Te imaginas -o es real?, en una montaña de esas desde donde se ve la ciudad, aparcado en uno de los pequeños miradores donde se esconden los enamorados. Donde una vez, incluso tu, ocupaste tu tiempo en otros cuerpos. Es de noche, claro, y ves las luces a lo lejos, pequeñas y blancas, como promesas de algo que nunca alcanzas. Quizás, seguramente, estás solo. Y justo en ese momento comienza la canción. Y sonries. Y cuando giras la cabeza y ves el asiento de al lado vacío, te enciendes un cigarro mientras intentas recordar donde dejaste la petaca. Sabes que no puede estar muy lejos.Y sabes que quizás, pasado un tiempo, otra mujer será luz dentro de tu coche. Quizás por eso necesitas beber. Y cuando se acaba la canción te esfuerzas en olvidar. Quizás no tanto lo pasado, como lo por venir.



  • Añada de Ana la friolera - Nacho Vegas

    Una tragedia norteña marca de la casa, con aires de vals fúnebre, y honesta a pesar de ser tan literaria.



  • @Marniello:ootmkvag:

    Añada de Ana la friolera - Nacho Vegas

    Una tragedia norteña marca de la casa, con aires de vals fúnebre, y honesta a pesar de ser tan literaria.

    lo de la manta a cuadros me encanta




  • Bien, después del paréntesis navideño y, ya entrando de lleno en 3 meses de duro periplo por un calendario laboral sin ningún festivo, no hay nada como un disco árido y agreste para poner al personal en situación.
    No se si los que acostumbran a leer estos foros tan orientados hacia el pop, el rock y otras formulas musicales, digamos, populares, conocen la existencia del Kronos Quartet. Su primer concierto fue en el 73 y, desde entonces, se han consagrado como el mejor cuarteto de cuerda especializado en la música contemporánea. Han interpretado la mejor selección de composiciones de música contemporánea, free jazz e incluso han tenido sus devaneos con el pop, pero lo que mejor se les da es la contemporánea.
    En 1990 decidieron grabar, junto otras composicio0nes, una de las obras más duras, tensas y brutales la música del siglo XX: el Black Angels de George Crumb.
    George Crumb, compositor americano nacido en 1929, escribió esta composición de 20 minutos en el año 70 en respuesta a la guerra del Vietnam. Y digamos que lo que escribió es una de las obras más descarnadas que nunca se han realizo con la guerra como leiv motiv. Las cuerdas chillan, los silencios son abrumadores, el clima de tensión es tan elevado que parece que todo vaya a estallar en segundos. No hay tiempo para bajar la guardia. La escucha es tan hipnótica que incluso oyéndola con los ojos abiertos miles y miles de imágenes brutales asaltan ala imaginación de oyente a una velocidad muy elevada. Tantas y tantas cosas pasan, se intuyen o te asaltan en estos 20 minutos que es muy complicado poder describirlas con palabras. El Black Angels está considerado, con razón, una de las piezas musicales más siniestras de la historia y, para mí fuera de contexto, uno de sus fragmentos fue utilizado para la banda sonora de El Exorcista.
    Pero este disco está lleno de otras composiciones que también son para tener muy en cuenta. El disco en su totalidad respira un profundo antibelicismo por su lado más directo. Acompañando a la composición de Crumb encontramos el Spem In Alium del compositor del siglo XVI Thomas Tallis que relata una batalla bíblica, la impresionante y también desgarradora Doom, A Sigh del compositor Istvan Marta (esas voces de mujeres gritando y llorando…), They Are There!, compuesta por el compositor americano Charles Ives durante la Primera Guerra Mundial y reescrita en la Segunda y, para terminar, el cuarteto de cuerda número 8 de Dmitry Shostakovitch, dedicada a las víctimas de la guerra y del fascismo, compuesta en 1960 en plena guerra fría.
    Música tan tremenda no puede ser apartada ni olvidada.



  • 1978. London’s burning, que decían The Clash y no solo por la música. Bueno, la música pop de ese momento y en ese país era el fiel reflejo de lo que ocurría a nivel social y político. El país en general lo estaba pasando realmente mal. Las clases populares y la clase media veían como el gobierno laborista de Harold Wilson no sabia como afrontar la crisis y la sombra ya muy poderosa de Margaret Thatcher ya amenazaba con lo que, un tiempo después, sucedería. El descontento social imperaba por doquier y en todos los rincones de Gran Bretaña la cosa olía a quemado. Huelgas y disturbios infestaban el país, las amas de casa veían como los precios se elevaban hasta cotas nunca vistas, los trabajadores estaban siempre alerta a los noticiarios parea saber si su empresa seguía en activo al día siguiente, los jóvenes no sabían si habría no solo un futuro para ellos, sino también un presente. Fatal, vamos. Pero de todos los estratos sociales que desde años viven en Inglaterra, los de origen africano siempre lo han tenido peor. En 1976, unos graves incidentes en el carnaval de Nothing Hill dieron el aviso general de que algo pasaba por allí. La cosa era muy seria.
    Los jóvenes de origen antillano y sobre todo jamaicano, tenían a sus compañeros de generación blancos como amigos en la causa de sufrir la explotación de poder. Muchos jóvenes blancos que luego se hicieron famosos confiesan a quien los quiere oír que, en su juventud, abrir una ventana de sus casas en los barrios obreros británicos y empezara oír ska, rock steady y, más tarde, reggae, era la cosa más normal del mundo. Y muchos de ellos no solo simpatizaban con esa música que sus vecinos utilizaban para animar sus existencias, sino que incluso algunos de ellos la tomaron como parte muy importante a la hora de realizar sus propias creaciones.
    Pero los jóvenes jamaicanos residentes en Londres querían tener su voz propia, sin ningún tipo de intermediación blanca. Una voz igual de potente que la que venia del otro lado del Atlántico. Y gracias a este propósito, nacieron un buen número de bandas británicas de reggae de las cuales, sin ningún tipo de dudas Steel Pulse fue, y es, el mejor exponente.
    Su primer disco, este Handsworth Revolution, es un verdadero grito de inconformismo político social de alta intensidad. Un contenido político muy reivindicativo, tanto que esto les llevo a tener serios problemas con las autoridades de ese tiempo. Los Steel Pulse no se callaban / no se callan ante nadie. Este alto grado de compromiso les llevo a convertirse en un auténtico referente, no solo en su país, sino también en Jamaica. Incluso Marley confesó que los Steel Pulse eran uno de sus grupos favoritos y las canciones de sus dos primeros discos siguen siendo tan vigentes que hasta parecen estar grabadas hace solo un par de meses. Por suerte y tras pasar una etapa de un cierto ostracismo, los Steel Pulse siguen siendo de lo mejor del reggae ahora. Un disco realmente imprescindible.



  • Lee “Scratch” Perry es, según mi humilde opinión, no solo un genio con todas las acepciones del término, sino que, junto a Kraftwek y a su compatriota King Tubby, la segunda rama importantísima para entender la música popular actual. La música electrónica más bailable le debe muchísimo, tanto como a los alemanes; el post rock también y todos los productores que actualmente juegan con las posibilidades infinitas de la mutación dub le han de tener en un pedestal. Es junto a otros productores sajones y blancos, propietario de una plaza muy destacada en la pequeña historia de los que se ponen detrás de una mesa de mezclas de un estudio y con su talento, crean, hacen, deshacen y mutan cualquier cosa grabada anteriormente. Perry es un artista que, en vez de darle a la voz, a la batería, a las cuerdas o al laptop, le da a los controles.
    Este monumental trabajo (3 discos y casi 4 horas de música sublime), es un breve repaso por la trayectoria de Perry al mando de esa nave interestelar que fueron los Black Ark Studios de Kingston durante el periodo 1975 hasta 1979, unos estudios cutres pero que, entre sus paredes, fue un auténtico hervidero de creación sonora de primera magnitud. Todo el que quería ser algo en la música jamaicana en la década de los 70 y finales de los 60 tenía que pasar por sus manos y ponerse bajo la tutela de Perry. Y cuando digo todos, digo todos, incluso Marley.
    Aquí encontramos, en su gran mayoría, versiones dub de grandes clásicos que se encuentran diseminadas en las distintas grabaciones realizadas por Perry, incluidas también grabaciones que el propio Perry realizó con su propia banda, los increíbles Upsetters, todo un compendio de música de este mundo y de otros, música poderosa como pocas y que, porque no decirlo, muestra de que existe otra visión de la psicodélia fuera de los cánones anglosajones conocidos. En algunas de las versiones contenidas en este disco hay auténticos viajes alucinógenos que agradecen la escucha en compañía de un buen canuto. Pero que se olviden los que piensan que el reggae es música para cumbayás y pies negros en general: aquí no hay sitio para esto. Esto es música de muy alta graduación.
    Y cuando anteriormente he hablado de la genialidad incontestable de Perry no solo me refería a su visionaria forma de afrontar el hecho de grabar o de mostrar a la gente lo que se puede hacer detrás de unos controles. Los genios, en un alto grado, son seres peculiares que, de pronto, les da un pronto y arman una gorda. Perry lo hizo destruyendo por completo los Black Ark estudios porque, según decía, tenía miedo de que sus competidores echasen mano de su trabajo. Según cuenta la leyenda, fue el propio Perry quien quemó los estudios es un arranque de desesperación a pesar de que un grupo de turistas alemanes le pidieron encarecidamente de que no lo hiciera. Desde entonces, la vida de Perry ha sido errática y todos pensábamos que estaría más muerto que vivo. Pero una hornada de productores decidieron que era bueno aprender de sus trabajos e iniciar lo que ahora se denomina dub digital (¿para cuando un concierto de dub digital aquí, señores del Primavera o del Sónar?) o iniciar una, digamos, exitosa serie de conciertos mundiales donde su figura delgada y un tanto presencial sirve de reclamo para que miles de seguidores lo podamos ver en acción, enfundado en su capa roja y con su corona en la cabeza. Perry es el rey, no cabe duda. Larga vida al rey.



  • Joder 30sec, estás aburridillo eh? Menudos dos regalitos que nos has hecho en un solo día!



  • Y espera a mañana….



  • Este último me ha encantado, si señor



  • gracias, uno hace lo que puede.



  • Tengo una deuda pendiente con la música jamaicana que algun dia debería saldar. Tal vez empiece con el recopilatorio que propones. Por cierto, 30, conoces a Rhythm & Sound? Yo bastante poco la verdad, aunque lo que he escuchado no está mal. Son los componentes de Maurizio y del sello berlinés Basic Channel (se llama así, no?), especialistas en insuflar dub al techno. Colaboran en el proyecto varios cantantes jamaicanos, que evidentemente no tengo ni flapa de quienes son. Diria incluso que Rhythm & Sound estuvieron en alguna edición del PS. En fin, ya me dirás que te parecen.

    Maurizio sí que me pirran bastante. Yo tengo este cd recopilatorio de sus maxis, aunque dicen que es mejor escuchar los originales en vinilo, pero bueno…



  • Por cierto, que estoy mirando precios del Arkology por Internet, y no baja de 40 dólares. Joder, ya se que son 3 CD, yo no puedo gastarme ese dinero. Ya me dirás si hay algun sitio donde pueda encontrarlo más barato. De momento me lo he bajado por el pajarraco y suena de vicio.



  • Conozco algo de Bassic Channel, aunque no en exceso. Lo que está muy bien es la pandilla del sello M records, comandado por Ryan Moore, bateria de The Legendary Pink Dots, que tiene un proyecto de dub digital llamado Twilight Circus Dub Sound System muy bueno y que también graba a otros. Tambien están los del sello Universal Egg, pero tanto uno como otro ya llevan años haciendo cosillas que llegan en poca cantidad aqui y que solo los muy devotos al dub conocen. Y, claro está, están los de Blood & Fire, enorme sello dedicado al reggae roots & dub y el histórico, aunque no se si sigue existiendo, On U Sound de Adrian Sherwood.

    En cuanto al Arkology, o te lo bajas de la mula o, si quieres, te lo tuesto. No te gastes 40 dolores aunque el disco vale la pena. Si algún día lo encuentras con un precio aceptable, no lo dudes.



  • jummmm…. 40 euros es una pasta pero Arkology lo merece

    Vi al Sound System de Adrian Sherwood hace un par de años y fue brutal, iba con no recuerdo qué toaster, que se vengan al Fórum que con esos bajos retumbantes pueden mandar la pergolita fotovoltaica a tomar por culo

    Staugbold me suena que tenía algo (Mapstation), también está el sello de Pole (no me acuerdo el nombre, venía un sampler en un rdl relativamente reciente, pero había mucho menos dub del que pensaba)



  • yo creo que el dub es el estilo músical pendiente en España, tabnto en escena propia como a la hora de poder ver en directo alguna de las propuestas extranjeras. Alguna vez se han acercado alguien, como Mad Proffesor, pero nos perdemos las nuevas propuestas.
    Los pies negros que dicen que les gusta la música jamaicana no lo saben apreciar del todo, porque no está lleno de soflamas soplagaitas. Los nenes del tecno parece que tampoco están por la labor, y así sucesivamente. Un asco playa, vamos.
    No saben lo que se pierden. No hay música más mutante que el dub.



  • Mad Professor estuvo hace unos años en las fiestas patronales de Huesca y casi se lo comen… Todo el mundo fue pensando que iban a ser unos simpáticos negritos tocando canciones de Bob Marley con una guitarra y se encontraron a todo un Sound System... "eso no es música, es un señor poniendo discos"



  • Je je je. La primera vez que lo ví fue en un festival en un parque de Badalona. Su banda estaba tocando y no lo veiamos por ningún lado, hasta que nos dimos la vuelta y lo vimos en la mesa de control…sobando como una marmota.
    Tiempo más tarde lo volví a ver y si que estaba despierto, si.



  • Tenia muchas ganas de hablar de este disco. La historia de los Skatalites es, en su origen, muy corta. Como grupo solo duraron 2 años, los que van de 1963 a 1965. Durante esos meses, el grupo fue la banda de acompañamiento de las emergentes figuras que empezaban a dar a conocer en Jamaica una nueva música que desbancaría al mento o al calipso tradicional: el ska. Acompañaron a los originales Wailers, a los Gaylads, a Delroy Wilson o Alton Ellis, entre otras muchas jóvenes estrellas que grababan en el recién nacido sello Studio One de Clement “Coxone” Dodd y que pusieron las firmas bases de lo que después se conociera en todo el mundo. Pero, de vez en cuando, Dodd dejaba que sus músicos de sesión hicieran sus propias grabaciones, grabaciones que se alejan un tanto de lo que hacían como grupo de acompañamiento. Sus piezas eran instrumentales y claramente derivadas hacia un ska de corte más jazzistico, debido al a gran influencia que el jazz americano y, en concreto, el be bop había ejercido en los componentes de los Skatalites. Aunque esas piezas cortas, singles en su mayoría, la cosa estaba clarísima desde entonces: eran unos músicos de elite.
    En 1965 la banda se separa y sus componentes crean distintos proyectos que también seria pasto de la creatividad musical de esos tipos. Pero aquí empiezan a torcerse las cosas con el encierro por asesinato y posterior suicidio de Don Drummond, el alma mater del asunto. A partir de entonces, los Skatalites inician una caminata por el desierto que solo terminará cuando el fenómeno Marley haga descubrir a todo el planeta la existencia del reggae. Los que se quedaron alucinados con el ritmo acompasado jamaicano y decidieron escarbar más allá de Marley, pronto descubrieron no solo el rock steady y luego el ska, sino que en ambos estilos habían unos nombres en común que, uniéndolos, llegaban a la existencia de los Skatalites. Se empezó a reivindicar su importancia y su obra y axial fue cuando, a principios de los 80 los supervivientes originales del grupo se vieron con la sorpresa de que nos solo eran redescubiertos por sus paisanos, sino que gozaban de un fervor más allá de Jamaica. Inglaterra, Francia, Italia, Alemania, Japón, USA e incluso los fans españoles estaban ávidos de sus grabaciones y pedían que se reunieran de nuevo. Deciden hacerlo en 1983 y desde entonces no han parado, a pesar de que algunos de sus componentes originales hayan fallecido desde entonces. Desde 1983 han tocado en todo el mundo, hasta en países como Rusia o América Latina y, finalmente, a mediados los 90, aterrizaron en España, en una serie de conciertos que fueron el inicio de una especial relación entre los jamaicanos y el público español. Y como no puedo aguantarme de decirlo, en una de sus visitas a Barcelona (concretamente en Garatge) tuve la suerte de que dos de los Skatalites originales me firmasen un vinilo que guardo como oro en paño Y es que los conciertos de los Skatalites son algo muy especial y que crean devotos por doquier.
    Este disco contiene un momento importantísimo en la historia de los Skatalites, el concierto de reunión celebrado el 17 de Julio de 1983 en Kingston. La verdad es que el disco es impresionante. La banda se muestra tal como es: compenetrada hasta el infinito, sabios domadores de sus instrumentos, improvisadores totales y unos músicos del carajo. Parece como si el tiempo no hubiera pasado, no hubiera existido la ruptura y hubiesen seguido tocando juntos desde 1963. Capaces de hacer temas largos y con desarrollos jazz sin que te cansen ni un momento; temas más ligeros pero llenos de una alegría inconmensurable. Este disco es un buen ejemplo del porque la música negra (la buena música negra) es tan luminosa, tan distinta a las demás. Es cien por cien ritmo, saludables ganas de bailar y disfrutar hasta decir basta, con 12 músicos que se lo pasan pipa y se nota un montón tanto en los gritos de la audiencia ( una audiencia donde estaba Lester Bowie, por cierto ) y en la cara que se pone cuando los oyes en el equipo stereo de tu casa. Una auténtica alegría de vivir hecha música y editada por un sello no menos legendario, Roir Records, discográfica creada por Neil Cooper para grabar en cassette los conciertos que en plena explosión punk neyorkina se hacían en USA y que, con el tiempo, se convirtió en un auténtico testigo de esos días. Y como Cooper le gustaba (creo que falleció, no estoy seguro de ello) mucho el reggae y el dub, también ha ido editando excitantes grabaciones de reggae & dub, ahora en formato digital.